Pao
Lectora | Creadora
Desde la niñez experimenté una sensación de extranjería o falta de pertenencia en el ambiente que habitaba, llámese grupo familiar, entorno físico, asociaciones hasta vínculos. Siempre fui una niña retraída, tímida, volcando mucho de mí hacia el interior de mi ser. En esa época no comprendía tales conceptos, pero que se manifestaba en la búsqueda de espacios en solitario, conectada a la naturaleza, con ríos o estanques cercas, donde entablaba largas conversaciones con árboles, plantas o el mismo riachuelo que tenía frente a mis ojos en la que fue la casa de mis abuelos maternos. Poseía pocas habilidades sociales, por lo que la socialización no era lo mío. El ser la última nieta de mi linaje materno femenino y teniendo una llegada a este mundo un tanto difícil en lo médico, hizo que creciera en una burbuja protegida que ayudó en este proceso interno. Desde pequeña me esforcé por acatar las leyes y patrones rígidos familiares, siendo siempre una alumna destacada y una niña de religión católica activa en la iglesia, donde la única relación más fuerte con este eslabón religioso era con la Virgen María.
Siguiendo hacia mi adolescencia sentía esa necesidad de desafiar toda norma impuesta que no resonaba en mí, tenia además problemas de vínculos, por lo que muchas veces me vi envuelta en discusiones familiares, donde sentía ese tiroteo del espíritu que me hablaba y decía que siguiera mi intuición y sabiduría frente a la fidelidad familiar. Ya a esa edad adolescente mi vínculo con los gatos se afianzaba, sentía que los comprendía más de lo humanamente normal, donde quizás era una forma de sentir resonancia y llenar de alguna forma mis carencias infantiles; fue hasta mi edad adulta que logré ser la compañera de vida de una peluda y hermosa gatuna Carey que siempre vivirá en mi corazón y quien fue la que me entregó los más grandes aprendizajes de vida.
Como si fueran piezas de rompecabezas que se unen, el plan de mi vida en la Matrix iba dando forma, logrando independizarme del clan familiar y perfilarme hacia la adultez con un titulo profesional y en la búsqueda de un trabajo en la capital. Lo que no lograba dar forma era aquella mantenida sensación de “bicho raro” percibiendo un mundo diferente al humano promedio y con un sinfín de interrogantes en mi corazón. Inicié desde el 2004 una búsqueda o camino hacia la sanación del corazón, para liberar y sanar tristezas y miedos atrapados. Hasta que el 2017 ingresé a una escuela de Registros Akashicos y empecé a descubrir mi infinita y maravillosa conexión con mi alma y ser la herramienta de transformación más poderosa para gestar mi propia realidad. Desde esa fecha me transformé en lectora y observadora de todo lo que me rodeaba con su infinidad de colores y vibraciones sutiles.